jueves, 5 de agosto de 2010

Los placeres sencillos.


A veces puede ser muy bueno y reconfortante estar alejado de todo y todos, apagar el teléfono, dejar la laptop y disfrutar de la soledad con un buen libro y quizás algo de música sentado frente al mar.
A veces incluso es más satisfactorio deshacerse del ipod por un minuto y dejar la lectura para otro rato; detenerse a respirar y  disfrutar la vida bien sea por un milésimo segundo. Aislarse todo el tiempo quizás traiga depresión y una sensación de soledad horrorosa, pero cuando te aíslas de todo un rato, de tus problemas, de tus amigos y te detienes a gozar de lo que te rodea puede beneficiarte a ti, más de lo que imaginas. Estar en una playa sóla, tumbada en la arena, sentir la arena, regocijarte con el calmado sonido del mar, contemplar el amanecer o correr por el pasto, sintiendo el aire despeinando tu cabello y luego abalanzarse a un campo de lirios, oler las flores, disfrutar el momento, dejar que nuestros sentidos jueguen, que se aloquen, olerlo todo, escucharlo todo, deleitarse de TODO.  No pensar en nada, sólo en ese momento de dicha y paz que llena tu alma un momento de sosiego dedicado a ti, sin nadie a tu alrededor, con más facilidad de oír tus pensamientos, de escucharte y saber lo que quieres, sentirte bien contigo misma, en paz con tu alma y de esa forma con el mundo. A veces es bueno despegarse de todo, al menos por un diminuto y perfecto momento.
Las cosas más simples y puras, que sin intenciones de serlo pueden llegar a ser las más perfectas e impresionantes. Son placeres sencillos que la gente suele ignorar.

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