sábado, 29 de junio de 2013


 La Graduación


La secundaria es el lugar donde reside la adolescencia, es el templo de las hormonas sueltas, de la guerra y de la Apocalipsis existencial. En la escuela aprendes cosas que no sirven como lo son las clases, los problemas de aritmética, los laboratorios de biología o quien fue el primer presidente. Todo eso tal vez funcione para que no lleguemos al mundo con el cerebro vacío, pero nunca nos enseñaron como ir al mundo real y enfrentarlo, nunca nos enseñaron lo vital para saber vivir y no creo que el método de Gauss, aprendiendo el proceso de mitosis o aplicando la ley del seno y del coseno, nos sea útil para afrontar la realidad, muchos creen que sí y no es que cuestione o denigre el poder conocimiento, porque la sabiduría es muy importante, pero no todo se trata de teoría que al fin de cuentas olvidaremos, es necesario que aprendamos y sepamos vivir, hay gente que es muy inteligente, responsable y de buenas calificaciones, pero como persona son calificadas como basura humana. Durante todos estos años, luché contra muchas cosas, sobre todo contra mí misma, porque de eso se trata crecer, explorar quien eres y luego descubrirlo.
La escuela es un ensayo, una preparación previa del mundo que enfrentaremos al graduarnos y no hablo de las materias, ni de las clases, si no de las personas, del entorno con el que convives a diario, un entorno que te acoge, te lanza, te golpea y te abraza, un entorno tan inestable como lo es la adolescencia misma. Es un ensayo porque a veces en nuestra propia aula encontramos todo tipo de gentes, los que son graciosos, los que son populares, los que siguen al resto, los inteligentes, los que nunca estudian, a los que nada les importa y los que son nadie. A fin de cuentas los graciosos no saben que quieren de la vida, los populares en realidad están solos y vacíos, los que siguen al resto no saben ni sabrán quienes son realmente, los inteligentes tal vez lleguen lejos, pero algunos serán fríos y duros con otros, los que nunca estudian serán carismáticos pero se quedaran estancados en su propio conformismo y procrastinación, a los que nada les importa nada harán y los que son nadie, nadie los verá. Y esa es la realidad, esos son los personajes que conforman el simulacro de la vida. Tienes que enfrentarte a problemas que parecen grandes pero en realidad son banales y triviales, nos parecen difíciles porque nuestras hormonas y nuestra sensibilidad prepuberta nos lo hace creer así, eso es parte del simulacro, no nos damos cuenta que con lo que lidiamos no eran problemas reales hasta que dejamos la secundaria y encontramos los problemas reales, son verdaderos porque así como los ves así son, sin ser distorsionados por el dramatismo adolescente o alterados de alguna forma así vienen y así son.
Esos problemas falsos nos hacen madurar para lo que de verdad importa, como lidiamos con presiones sociales, autoestima, amistades, dificultades, primeros amores, inseguridades, miedos, decepciones, hipocresías, burlas, gente que te juzga y te señala y más. Si logramos enfrentar todo aquello, la vida seguirá sin ser fácil, pero al menos tendremos la noción de que nos deparará y algo de experiencia que nos ayudará a entender algunas cosas y así seguir avanzando aunque a haya tropiezos. Aprendemos más de los que nos dañan sin la intención de enseñarnos que los que nos enseñan con la intención de que aprendamos.
Y en este último paso, entendí que de eso se trataba y que aprendemos más de la gente que nos ataca afuera de los salones que de la que nos enseña en las aulas. La escuela siempre me pareció la escusa perfecta para ser inmaduro, pintarse el pelo, abrirse piercings a escondidas, decir tonterías en clases, hacer payasadas, escaparse, etc. Es el mejor pretexto para no pensar, para revelarse o sencillamente para no ser uno mismo. Y al final del recorrido descubres que nunca fuiste nada de eso que creíste que abarcaba tu identidad y cuando toda esa inmadurez se esfuma porque ya no queda otra opción más que madurar, cuando todas esas capas se difuminan, esos estilos, insistencias por encajar, mentiras que decimos a otros y a nosotros mismos y la importancia que damos a la opinión ajena, cuando todo eso se va, no necesitamos seguir fingiendo, porque al momento de madurar, la opinión del colectivo pasa a segundo plano, entonces descubrimos quienes somos realmente.

Todos esos pasillos y aulas que se convirtieron en una segunda casa, pero no un segundo hogar, se volverán lejanos con el tiempo y de esa institución, cárcel, manicomio, selva hormonal o simulacro de la realidad, sólo quedaran recuerdos vagos y borrosos de pocas sonrisas, algunos logros y mucha complicación abrumadora, intimidación, incomodidad y hostigamiento pero lo que si quedará vigente y nítido hasta el final, lo que si importará y quedará siempre en nosotros, no son los recuerdos, si no lo aprendido, lo que por las buenas o por las malas nos tocó entender para así madurar y llegar a ser quienes seremos el día de mañana. Terminé la secundaria, es hora de empezar con la vida real y graduarse en ella nos proporcionará algo más valioso que un título o diploma, nos proporcionará la verdadera sabiduría.

El recorrido no fue el más grato de mi vida, pero sí el más significativo.

ME GRADUÉ.
Promoción 2012-2013
27-6-13