Reviso entre mis memorias y llega a mí la remembranza tan
nítida de un amanecer, uno que traía treguas y luces consigo, nunca aprecie
tanto el valor de la vida como en ese día, nunca un día tan corriente lo
conseguí transformar en una reminiscencia tan perpetua y especial. Por primera
ves hice las paces conmigo misma, por un solo día decidí aceptarme tal y como
soy sin exigirme nada, ni perfecciones, bellezas o talentos, sólo era yo y así
estaba bien, todo convivía en una armonía indestructible, el futuro no era una
sombra de miedos, era una luz de esperanza, el pasado no era un fantasma
perseguidor, era una pila de rememoraciones alegres y aprendizajes, y el
presente no era el peso de despertar, sufrir y seguir, el presente era sencillamente
el privilegio de vivir.
Llueven mis letras en tormentas de versos y abalanchas de pensamientos. Soy lo que escribo y escribo lo que soy.
lunes, 10 de diciembre de 2012
Recuerdo del privilegio de vivir.
jueves, 6 de diciembre de 2012
Divagando IV
Una despedida es la transición de presente a pasado, es
cerrar un ciclo para crecer, a veces es dolor o tristeza, pero tener la
valentía de saber despedirse de las personas, sentimientos o momentos, nos hace
mejores, nos hace crecer y dejar en nosotros un espacio para nuevos saludos.
Una despedida es una tregua entre tú y de lo que te
despides, es un tratado, de que jamás se van a olvidar, de que seguirán
adelante y tal vez miren con nostalgia hacia atrás, pero eso jamás les impedirá
avanzar. Es guardar todo lo vivido a modo de experiencia, de remembranza, de
esperanza. Despedirse es una aceptación de que todo tiene un cierre, pero nunca
un final.
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